Había una vez un adolescente que había cumplido 16 años y ya había terminado la escuela. Este joven deseaba saber qué camino seguir, qué estudiar y qué hacer en la vida. Así que decidió dirigirse a la comunidad de los hombres más sabios de todo este planeta. Al llegar, se dio cuenta de que había una larga cola, ya que muchas personas querían hablar con el maestro más sabio de la comunidad.

El joven se sentó y esperó pacientemente. Mientras aguardaba su turno, escuchó una voz que provenía de atrás y le preguntó: “¿De dónde vienes?”. Esta pregunta lo hizo viajar a sus recuerdos y a su pasado. Recordó los momentos difíciles que había experimentado en su infancia, pero también los momentos agradables, coloridos y memorables. Luego regresó a su presente y escuchó otra voz que le cuestionó: “¿A dónde vas?”.

En ese momento, empezó a imaginar el lugar al que deseaba llegar. Se visualizó interactuando con otras personas, conversando, escuchando, aprendiendo y, finalmente, enseñando. Nuevamente volvió a su presente, y desde el cielo, una voz le preguntó: “¿Quién eres?”.

Finalmente, llegó su turno para hablar con el sabio maestro, quien le preguntó: “Muchacho, ¿a qué has venido?”. El joven respondió sinceramente: “Maestro, he venido porque quiero saber qué camino debo elegir en la vida”.

El maestro, con sabiduría, le dijo: “Muchacho, no hay un camino predeterminado, el camino se va formando mientras avanzas. Observa tu pasado, trabaja en tu presente y continúa caminando hacia tu futuro”.