Érase una vez, un pequeño ser con vestimenta de príncipe y cabellos dorados al que todos conocían como “El principito” vivía solo en su planeta y le encantaban las puestas de sol, por lo que daba muchas vueltas alrededor contemplándolas, como su planeta era pequeño bastaba con mover la silla para contemplar una nueva puesta del sol. Dicen que un día contemplo el atardecer hasta 43 veces. También era muy disciplinado todos los días se encargaba de limpiar sus volcanes, y separar las buenas hierbas de las malas hierbas, dejando crecer como quiera a una ramita de rábano o rosal y arrancando de inmediato la mala hierba como los baobabs que son arboles gigantes y que podían extinguir su pequeño planeta. Aunque es muy difícil de distinguir los baobabs de los rosales cuando estos son pequeños.
– Análisis: 
Está historia nos empieza a presentar al principito como como un ser que vive solo y es muy disciplinado, pues está volcado en una serie de responsabilidades como nosotros, que tenemos responsabilidades con nuestro trabajo, estudios, mascotas, hijos, etc. Asimismo, el principito tiene otra cualidad que es un ser contemplativo, no solo de las puestas de sol, sino también de lo cultiva (de la buena y la mala hierba) que podría hacer referencia a la capacidad que tenemos para discernir en profundidad sobre nuestros buenos y malos hábitos, porque incluso en los pequeños detalles puede obrar o empezar el mal, y cómo nos recomienda el principito conviene cortar de inmediato la mala hierba o malos hábitos porque puede que después ya no te la puedas quitar, y tu ¿Qué malos hábitos empiezas a reconocer en tu día a día de los que te quieres liberar? Más vale empieces de una vez….