> Cuentos e historias

> Cuentos e historias

El Principito

CAPÍTULO 2: El primer encuentro entre el Principito y la Rosa

Un día germino una especie de Baobab, pero el arbusto ceso de crecer y comenzó a brotar una flor, la flor tardaba en definir su forma y en completar su belleza. No quería salir deslucida; quería aparecer en pleno esplendor de su belleza ¡Era coqueta desde pequeña y misteriosa. La preparación le tomó varios días! ¡Una mañana, al salir el sol, por fin se mostró espléndida! La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo bostezando:
–¡Oh, acabo de despertar… perdón por estar toda despeinada…!
El principito no pudo contener su embeleso:
–¡Qué hermosa eres!
–¿Verdad? –Respondió dulcemente la flor–. Además, he nacido al mismo tiempo que el sol.
El principito comprendio que ella no era muy modesta, pero ¡era tan conmovedora!
–Creo que es hora de desayunar –agregó la flor–; si tuvieras la bondad…
Y el principito, algo confuso, buscó una regadera y la roció con agua fresca.
Y así fue como ella lo había atormentado con su vanidad un poco sombría. Un día hablando de sus cuatro espinas, le dijo al principito: —¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras!
–No hay tigres en mi planeta –objetó el principito–. Además, los tigres no comen hierba.
–Yo no soy una hierba –respondió dulcemente la flor. –Perdón… –En verdad los tigres no me atemorizan, pero tengo horror a las corrientes de aire. ¿No tienes un biombo?
“¿Horror a las corrientes de aire? Si son buenas para las plantas – pensó el principito–. Esta flor es muy complicada…”
–Y por la noche ¿podrás protegerme con un capelo?… ¡Hace mucho frío en tu tierra! Es más cómodo allá de dónde vengo…
Pero recordó que había llegado como semilla y que era del todo evidente que no podía conocer otros mundos, entonces se interrumpió y disimuladamente tosió dos o tres veces para atraer la simpatía del principito
. –¿Y el biombo? –Iba a traerlo, pero no dejas de hablarme… Tosió con insistencia para crearle remordimiento.
Así, a pesar de la buena voluntad de su amor, el principito llegó a dudar de ella. Había puesto demasiada atención a palabras sin importancia, se sentía desdichado (triste)
“No debí haber hecho caso a sus palabras –me confesó un día–. No hay que hacer caso a lo que dicen, basta con mirarlas y aspirar su aroma. Mi flor perfumaba mi planeta y, en ese entonces, no bastó para complacerme… Aquella historia de garras y tigres que tanto me molestó al principio, terminó por enternecerme”.
Y también me conto: “¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡Ella perfumaba e iluminaba mi vida! ¡No debí haber huido! ¡No supe reconocer la ternura detrás sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Y… yo era demasiado joven para saber amarla”.
¿No les ha pasado que cuando empiezan a conocer a una nueva persona sueles como destacar las cualidades por encima de aquellas cosas que te incomodan del otro? Por ejemplo, en el texto el principito destaca la belleza de la flor, por encima de lo vanidosa que es, y claro cómo la flor se siente muy hermosa, le demanda mucha atención al principito y esta es una metáfora muy interesante de la que reflexiona Javier Echevarría en su libro empatía, que refiere que “en todos los vínculos humanos siempre hay uno que demanda más que el otro, y siempre hay uno que le gusta más dar más que al otro. Por lo tanto, si eres una persona que le gusta recibir ¿a quién buscas? A alguien que le gusta dar”. Esto puede ser muy interesante para que puedas reflexionar sobre ¿Cuál es tu tendencia en un vínculo a dar, pedir o recibir? ¿Cuál es la tendencia de la otra persona con la que te vinculas? Ojo no se trata solo de mantenerse estáticamente en el rol de dar o recibir o pedir, sino en buscar un equilibrio. Por lo tanto ¿cómo haces para mantener un equilibrio en ese vínculo?

Deja una respuesta

Copyright © Facilitando Aprendizajes 2023

Facebook
Facebook
YouTube
LinkedIn
Instagram
×
×

Carrito

¡Hola!