Esta es la historia de narciso, un joven muy bello, muy atractivo, muy vanidoso, muy presuntuoso, dicen que en la comarca todos se enamoraba de él, pero él nunca conseguía enamorarse de nadie. Un día, porque siempre llega el día en los cuentos e historias, los dioses para castigarlo mandaron a cupido, sí al de las flechas, con el propósito que enamorara del primero que veía después de ser flechado, y justo cupido lo flecho cuando él estaba lavándose la cara en el rio, y cómo la imagen que vio de él era la propia. Se enamoro de sí mismo. Está era su condena, pues todos lograban enamorar de él, pero él no conseguía enamorarse de nadie por lo que nunca encontrar el amor. Un día, porque los cuentos y las historias trascienden al día y la noche, sucedió narciso se cruzo con Eco, una bella muy mujer, que había sido castigado por la esposa de Zeus, dejándola sin , y afrodita la Diosa del amor, compadeciéndose de esto en lugar de dejarla sin habla. La condeno a que solo pueda repetir lo que otros decían. Un día cuando Narciso, estaba lavándose la cara. Eco lo miro, y se enamoro de él, pero como no le podía decir nada, se puso detrás de unos arbustos y se puso a llorar por su desgracia de no poder hablar. Fue entonces cuando narciso pregunto: ¿quién está allí? Entonces Eco respondió: ¿Quién está allí?, repitiendo. ¿Soy yo narciso, y tu quién eres? Soy yo dijo Eco repitiendo. Sal a la luz dijo Narciso, ven aquí dijo, y eco repitió ven aquí. Narciso tuvo mucho miedo que los dioses le pongan una trampa. Tu no entiendes que necesito hablar a alguien, y eco dijo tu no entiendes… mira si no sales ya mismo exigía narciso: vete y adiós, y eco no tuvo más que repetir, entonces narciso que por fin el amor llegaba a su corazón, se dio cuenta que por alguna razón que no conocía se había conseguido enamorar. Entonces grito vuelve por favor, porque te amo. Pero era tarde porque Eco ya se había ido llorando por el bosque. Cuenta la leyenda que narciso estaba tan triste de haber encontrado el amor y haberlo perdido tan rápido que se quedo a orillas del lago llorando… lloro tanto que a la mañana siguiente su cuerpo se había secado y el bello joven se había transformado en una flor, que desde entonces crece inclinada sobre el lago como llorando con sus hojas blancas, reflejándose en el agua.