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El viejo reloj

Un padre antes de morir le dijo a su hijo: “Este es un reloj que tu abuelo me dio, y tiene más de 200 años. Pero antes de que te lo entregue, quiero que vayas a la relojería del pueblo, y les preguntes cuánto vale.”

El hijo fue, regresó, y le dijo al padre: «Papá, me han dicho que no me dan ni 5 soles por él, porque es muy viejo».

El padre dijo: «Muy bien. Ahora vete, por favor, a la cafetería, y pregúntale al dueño cuánto cuesta».

El hijo fue, regresó, y le dijo al padre: «Papá, me dijo que no me daba ni 5 soles por él, porque dicen que no sirve para nada».

El padre dijo: «Muy bien hijo. Te pido una última cosa: ve al museo y pregunta al director cuánto cuesta este reloj».

El hijo fue, regresó emocionado, y le dijo al padre: «Papá, me dijo que este reloj está valorado en un millón de soles, somos ricos, somos ricos».

Finalmente, el padre respondió: «De la misma manera, hijo mío, solo en el lugar correcto te sabrán valorar. No vayas a un lugar donde no te valoren, y si lo haces, no te enfades cambia tu entorno y rodéate de personas que te aprecien. Quien sabe tu valor es quien te conoce y te aprecia. «

Autor: anónimo

Reflexión y análisis

El “viejo reloj” es probablemente una historia de sabiduría milenaria que nos enseña lo importante que puede ser rodearnos y acercarnos a personas y lugares en el que estemos cómodos.  Por ejemplo, te has puesto a pensar ¿Si en tu trabajo, tu pareja, amistades, familia o circulo social te aprecian? ¿Les has preguntado que aprecian de ti? Porque recordemos que en la historia solo el especialista es quien reconoce el verdadero valor del reloj, pero claro es especialista porque lo conoce y aprecia sus cualidades. Es poco probable que quien no te conoce lo suficiente, te aprecié y si lo dice tal vez sea de manera muy superficial. Asimismo, es el padre quien le deja como consejo que, si hay un lugar en el que no se sienta valorado, que no se enfade, sino que cambie de entorno que se rodee de quienes lo aprecian, y evaluar si es algo que se mantiene de forma constante, aunque tal vez no todos los días su expresión sea en la misma intensidad. Puesto veces el aprecio se puede manifestar en una palabra como “has hecho un buen trabajo” o un gesto tierno y delicado como un beso a tu pareja, acompañado de un “gracias, cariño…”.

Esta historia es una invitación a mirarse y apreciarse para reforzar lo que algunos psicólogos como Jorge Bucay llaman “Propio amor” que se ha de entender como la misma capacidad de amar a otra persona como a ti mismo. Lamentablemente hoy se ha extendido muchísimo el término “amor propio” que se refleja en frases cliché como “Primero piensa en ti, segundo piensa en ti, y tercero en Ti” o “enamórate de ti, y luego de quien tú quieras”. Discúlpame, pero si sigues ese consejo probablemente termines encerrado en ti misma y reforzando conductas egoístas o rasgos narcisistas.  Pues es cierto que hay momentos en los que tienes que pensar en ti; en tu salud mental o física para evitar que eso te perjudique posteriormente. Sin embargo, también, quienes son padres entenderán o quienes han tenido un que cuidar de un familiar en estado de salud delicado. Antes de pensar en ti, en tus dolencias, en lo que quieres, tienes que pensar en tus hijos o la persona que cuidas. Entonces ¿Quién va primero? ¿Yo o el otro? Pues depende tienes que analizar caso por caso, hay casos en los que tienes que ponerte primero tu y luego poner al otro, y viceversa. Lo cierto es que tiene que haber un equilibrio, porque si siempre te pones tu adelante descuidas al otro y los demás. Por el contrario, si siempre pones al otro adelante te descuidas a ti. Esta es una invitación constante discernir ¿Quién necesita más atención? ¿Puedo ofrecer mi atención al otro esta vez? O tal vez te toque decir algo así como: Ahora necesito atender algunos asuntos personales necesito estar solo o ¿Me puedes ayudar?

Autor de la Reflexión: Luis Mío.

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